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Sembrando ideas

Un espacio de discusión y análisis sobre la actualidad del sector agroindustrial argentino e internacional.

Fecha de Publicación: 07/10/2021

Vuelve el agro a la agenda internacional

El sector agroindustrial ha tenido altibajos respecto a su posicionamiento dentro de la agenda internacional. Distintas negociaciones y discusiones le han permitido ir ganando relevancia al sector y sus problemáticas en los diferentes ámbitos. Actualmente, la Organizacion de las Naciones Unidas le ha dado nuevo vigor a las negociaciones agroindustriales convocando a distintas instituciones y organizaciones para la definición de lineas de acción en pos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la Cumbre realizada los días 23 y 24 de septiembre del 2021 en Nueva York. En este artículo se analiza los pormenores de dicha cumbre, las ganancias e inconveninetes que se avisoran de cara al trabajo futuro.

Autores: Nelson Illescas

El sector agroindustrial ha tenido momentos de mayor o menor protagonismo en la agenda internacional. Las negociaciones en la OMC, las discusiones en el G20 e incluso durante las Cumbres de Cambio Climático, han dado relevancia al sector y sus diversas problemáticas. Y ahora Naciones Unidas, le ha dado nuevo vigor a las negociaciones agroindustriales.

Fue en 2019 cuando el Secretario General de la ONU, António Guterres, anunció la convocatoria para una Cumbre de los Sistemas Alimentarios como parte de la Década de Acción para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hacia el 2030. Tras 18 meses de trabajo, con la participación de 148 países y una pre-Cumbre en Roma durante julio, los pasados días 23 y 24 de septiembre se celebró dicha Cumbre durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

En el período previo a dicha cumbre, más de 147 Estados Miembros de la ONU lideraron Diálogos Nacionales para recopilar ideas potenciales, en la que se contó con la participación de decenas de miles de personas que, con debates organizados de forma más independiente, pretendieron contribuir al proceso a partir de proponer temas de interés a postularlos en la mencionada cumbre. Por citar un ejemplo, Argentina llevó adelante una serie de diálogos donde el sector privado, la sociedad civil, la academia y demás actores pudieron verter sus opiniones.

La Cumbre reunió a líderes mundiales, expertos, agricultores y productores, pueblos indígenas, el sector privado y la sociedad civil, uniendo a los participantes en uno de los intentos más completos hasta la actualidad de alinear la producción y el consumo agroalimentario con los ODS. Contó con casi 300 compromisos de cientos de miles de personas de todo el mundo y de todos los sectores, en su intento por acelerar la acción y transformar los sistemas alimentarios.  Durante el encuentro se ha buscado lograr avances en los 17 ODS a través de un enfoque de sistemas alimentarios, aprovechando la interconexión de los sistemas alimentarios con los desafíos globales como la desnutrición, el cambio climático, la pobreza y la desigualdad.

Surgieron varias iniciativas de múltiples partes interesadas lideradas por la sociedad civil, agricultores, mujeres, jóvenes y grupos indígenas con las que los Estados Miembros se comprometen a cumplir con las prioridades, necesidades y brechas identificadas en los diálogos nacionales. Las iniciativas más prometedoras se agruparon en cinco "líneas de acción” referidas a las áreas principales para acelerar la acción a fin de cumplir con la Agenda 2030 a través de los sistemas alimentarios. Estas en cinco líneas de acción (Action Tracks) son: 1. Garantizar el acceso a alimentos seguros y nutritivos para todos; 2. Cambio a patrones de consumo sostenible; 3. Impulsar la producción positiva para la naturaleza a suficiente escala; 4. Promover medios de vida equitativos; y 5. Fomentar la resiliencia ante las vulnerabilidades, los impactos y el estrés.

En cada una de estas áreas o líneas de acción se ha reconocido que los esfuerzos deben responder a las prioridades del país, al tiempo que facilitan el impacto de los sistemas a escala, incluso a través de iniciativas de múltiples partes interesadas, a nivel local, nacional y mundial. Al mismo tiempo, cuando se toman en conjunto, estas áreas de acción pueden demostrar cómo es la acción sistémica e integrada, como se prevé en la Agenda 2030. Y, además, se destaca que para lograrlo con eficacia, la acción prioritaria debe estar anclada en la ciencia, evidencia y conocimiento que ha surgido en el proceso previo.

Tal como se mencionó, durante los meses previos a la Cumbre, diversos actores gubernamentales, internacionales y de la sociedad civil llevaron adelante diálogos nacionales e internacionales que permitieron la identificación de fortalezas y vulnerabilidades en el sistema alimentario nacional. Esto ha llevado a la necesidad de una mayor colaboración sobre temas específicos que involucran a múltiples partes interesadas y que abarcan una variedad de sectores, a menudo involucrando a más de un país, dentro de una región definida o internacionalmente. Así diversos actores unieron fuerzas para apoyar la transformación de los sistemas alimentarios en línea con las ambiciones de la cumbre. Como resultado, permitieron que dentro de cada área de Acción se desarrollen iniciativas, alianzas y coaliciones para acelerar la acción colectiva.

El evento concluyó con algunos compromisos que no cuentan con una financiación concreta, pero los distintos países y las agencias de la ONU seguirán trabajando en dicho sentido. Quizás uno de los compromisos más importantes (y que cuenta con financiamiento) provino de Estados Unidos, que anunció que gastaría USD 10.000 millones, la mitad en el país y la otra mitad en el extranjero, durante cinco años. El foco estará puesto en acabar con el hambre, invertir en el sistema alimentario y duplicar la cantidad de ayuda internacional a países menos desarrollados para hacer frente al cambio climático.

Estados Unidos también lanzó una colación llamada “Crecimiento sostenible de la productividad para la seguridad alimentaria y la conservación de los recursos”. En la misma, convoca a los países a sumarse, con el objetivo de promover el crecimiento sostenible de la productividad a través de un enfoque holístico que considere los impactos y las compensaciones de los múltiples objetivos. Dentro de las posibles acciones incluye: Vincular los objetivos de crecimiento de la productividad con los de conservación de los recursos y del clima; Conectar los objetivos de conservación y clima con los de productividad; Promover, implementar y fomentar la agricultura y la silvicultura inteligente desde el punto de vista climático;  Unirse o participar en la Misión de Innovación Agrícola para el Clima; Avanzar en el aumento de la productividad nutricional de la agricultura; y Avanzar en la conceptualización y medición del crecimiento sostenible de la productividad en todos los objetivos. Esta coalición ya ha recibido el apoyo de países como Australia, Brasil, y Filipinas, además de organismos como la FAO y el IICA.

Otra de las iniciativas anunciadas ha sido la Coalición para la Alimentación Escolar. La plataforma, liderada por Noruega y Francia desde hace siete meses, cuenta con 60 países y 50 organizaciones, entre los que están Argentina, Ruanda, Senegal, Honduras, Guatemala, Estados Unidos, Rusia, Suecia y la Unión Europea. Este grupo de trabajo tiene como objetivo garantizar que todos los estudiantes tengan acceso a comidas escolares saludables para 2030.

Por el sector privado se destaca el compromiso realizado por la Fundación Bill y Melinda Gates, que comprometió USD 922 millones en un plazo de 5 años para programas de nutrición. Otras iniciativas incluyen trabajar hacia cadenas de suministro libres de deforestación, redirigir los subsidios dañinos para el medio ambiente hacia una producción de alimentos más sustentable, reducir el desperdicio de alimentos y dar cuenta de los verdaderos costos de los sistemas alimentarios para las personas y el planeta.

Un aspecto a destacar ha sido el rol de la FAO que, en un primer momento parecía haber sido relegada de una temática que le es propia. Sin embargo, reasumió un “papel protagónico” al final de la Cumbre, ya que durante el cierre de la misma, el Director General de la FAO, QU Dongyu, señaló que dicho organismo iba a asumir un papel de liderazgo para garantizar que el seguimiento de la Cumbre se convirtiera en una oportunidad catalizadora para que todas las partes interesadas apoyen las 5 áreas de acción, que fueron delineadas por el Secretario General de la ONU. Qu afirmó, además, que "la FAO trabajará en estrecha colaboración con sus organismos hermanos en Roma y el sistema de las Naciones Unidas y muchos socios de los grupos de productores, los pueblos indígenas, la sociedad civil y el mundo académico que han participaron en el proceso de la Cumbre de Sistemas Alimentarios. Nos aseguraremos de que las iniciativas que han surgido se implementen en beneficio de todas las partes interesadas de los sistemas agroalimentarios”. Sobre la implementación de los resultados de la Cumbre, enfatizó que "tendrá un fuerte enfoque en el fortalecimiento de la interfaz ciencia-política". También destacó la necesidad de "más inversiones, mejor focalizadas y sostenidas".

En este sentido, se ha dispuesto que los organismos con sede en Roma, la FAO, el FIDA y el PMA, dirigirán conjuntamente un centro de coordinación que colabore con otras entidades mayores del sistema de las Naciones Unidas, y las aproveche, para apoyar el seguimiento de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios.

Sin embargo, la evolución de la Cumbre tuvo ciertos contratiempos que amenazan su eficacia en torno a los compromisos de los participantes. Más de 300 organizaciones de base que representan a los pequeños productores de alimentos, investigadores y pueblos indígenas boicotearon la Cumbre y organizaron sus propias reuniones en paralelo con las reuniones oficiales. Se señaló que el encuentro estuvo “desproporcionadamente influenciado por corporaciones y carecía de transparencia y rendición de cuentas”. Argumentaron que la cumbre ha respaldado "soluciones falsas", como esquemas corporativos voluntarios de sostenibilidad y "tecnologías de riesgo", incluidos los organismos genéticamente modificados.

Consideraciones finales

Si bien al inicio se temió por un sesgo de la Cumbre hacia posiciones que daba preminencia a ciertas regiones y sectores por sobre otros, el trabajo mancomunado del sector público y privado permitió equilibrar la agenda.

Así Argentina ha tenido un rol importante, siendo uno de los 12 países que integran el Comité Asesor de la Cumbre y, se sumó al Área de Acción 2 “Adoptar modalidades de consumo sostenibles”, uno de los temas elegidos para ser tratados en profundidad a lo largo de la Cumbre.

En este sentido, el presidente argentino, Alberto Fernández sostuvo que el mundo “exige redoblar esfuerzos para producir más alimentos, de la manera más sostenible posible”. Destacó que la Argentina “desde hace décadas desarrolla e incorpora tecnologías que permiten mejorar la eficiencia de los sistemas alimentarios, respetando los tres pilares del desarrollo sostenible, el social, el económico y el ambiental”.

Por otro lado, señalo que era “fundamental que haya un sistema de comercio internacional basado en reglas, con la OMC en su centro, y eliminar a la mayor brevedad las políticas agrícolas distorsivas y proteccionistas que han perjudicado tradicionalmente a productores agrícolas eficientes, especialmente en los países en desarrollo.” En relación a esta mención, se debe remarcar que las medidas distorsivas que afectan a la producción incluyen subsidios y aranceles pero también restricciones y derechos a la exportación.

También fue importante el aporte del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que participó, incluso, en reuniones y seminarios durante el período previo y que permitieron la redacción de un documento sobre la visión de las Américas para los sistemas agroalimentarios, aprobado por los ministros en la sesión del Comité Ejecutivo del IICA y en el que se plasmó la posición de los países del Hemisferio ante la Cumbre de Sistemas Alimentarios convocada por la ONU.

La Cumbre debe tomarse como un primer paso en la discusión sobre sistemas alimentarios. Se reconoce que nunca hubo un plan estructurado para que de la cumbre saliera un acuerdo negociado con fuerza legal. En cambio, el proceso puso sobre la mesa diversas formas de cambiar los sistemas alimentarios hacia esquemas más sustentables y saludables que se muestran como primeros pasos para aunar esfuerzos a nivel global. También ha servido para explorar la manera de financiar e implementar políticas y medidas que permitan llevarlo a cabo a nivel nacional y local.

Uno de los objetivos clave de la primera Cumbre de Sistemas Alimentarios había sido colocar el tema dentro de las prioridades de la agenda política mundial. Se plantea como una oportunidad para trabajar en torno al concepto de sistema alimentario, que permita sentar en la mesa de discusión a un diálogo público-privado de todos los actores relevantes, desde los productores, a los proveedores insumos y de servicios comerciales y logísticos, hasta los consumidores y los reguladores.

Más allá de los resultados de esta Cumbre, se debe resaltar la importancia que la agricultura esté entre los principales temas de la agenda internacional. Y sobre todo, que el sector privado se involucre en estos temas es fundamental, dado que las discusiones que se inicien en éste y otros ámbitos (COP, OMC, Biodiversidad, etc.) establecen las bases de lo que serán las reglas del comercio y la producción en los años venideros.

Y sobre esto último, es importante seguir remarcando la importancia del comercio internacional para compensar diferencias geográficas entre la producción y el consumo; para actuar como estabilizador de los precios internacionales ante los frecuentes eventos climáticos que afectan de manera diferenciada a distintas regiones del planeta; y para favorecer un uso más eficiente de los recursos naturales y su conservación desde una perspectiva global.

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