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Sembrando ideas

Un espacio de discusión y análisis sobre la actualidad del sector agroindustrial argentino e internacional.

Fecha de Publicación: 28/06/2021

Sistemas alimentarios y comercio

Una versión más extensa de este documento puede encontrarse en: El comercio como medio para viabilizar la transformación de los sistemas alimentarios 

Autores: Nelson Illescas, Agustín Tejeda, Marcelo Regúnaga

En septiembre de 2021, tendrá lugar una Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres. El objetivo de la misma es “sensibilizar a la opinión pública mundial y entablar compromisos y medidas que transformen los sistemas alimentarios, no solo para erradicar el hambre, sino también para reducir la incidencia de las enfermedades relacionadas con la alimentación y curar al planeta”. 

Según la FAO , un sistema alimentario sostenible es aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas de tal forma que no se pongan en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales de éstas para las futuras generaciones. Esto significa que debe tenerse presente la sostenibilidad en sus tres aspectos: debe ser rentable, garantizando la sostenibilidad económica; se deben ofrecer amplios beneficios para la sociedad, asegurando la sostenibilidad social; y debe tener un efecto positivo o neutro en los recursos naturales, salvaguardando la sostenibilidad del medio ambiente. 

Los sistemas alimentarios abarcan a todas las personas y a todo el entramado de actores y actividades interconectadas que conciernen a la alimentación de la población: es decir, producción, recolección, empaquetado, elaboración, distribución, venta, almacenamiento, comercialización, consumo y eliminación. Todos estos actores han sido convocados a realizar sus aportes para la Cumbre. 

Es importante reconocer que, en un escenario de crecimiento poblacional, el sistema alimentario global ha sido capaz de incrementar la producción a un ritmo mayor al del crecimiento de la población, para atender a una demanda creciente de alimentos asociada también a los aumentos de ingresos promedios per cápita, especialmente de los países emergentes. En tal sentido, el comercio mundial, junto al aumento de la productividad de la agricultura resultante de innovaciones tecnológicas, han jugado un papel fundamental, permitiendo el aumento de la oferta de alimentos y una disminución de los precios como tendencia de largo plazo.

Pero todavía quedan 690 millones de personas que padecen hambre en la actualidad, y se suman nuevos desafíos, relacionados con la mejora de las dietas y la calidad nutricional de los alimentos; la sostenibilidad ambiental y la biodiversidad, y la calidad de vida de los agricultores y el desarrollo rural. Los sistemas alimentarios y las políticas públicas deberán evolucionar para alcanzar estos nuevos objetivos múltiples e interrelacionados.

Figura 1: Subalimentación y número de personas subalimentadas. Porcentaje de la población mundial (eje izquierdo) y millones de personas (eje derecho).

Notas: Notas: La zona sombreada respresenta las previsiones para un período más largo comprendido entre 2019 y la meta establecida. 
* Consulte el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020 para una descripción del método de proyección.
** En las previsiones para 2030 no se tienen en cuenta las posibles repercusiones de la pandemia de la COVID-19.
Fuente: FAO

En ese sentido, el comercio mundial se vuelve aún más importante, dado que no solo contribuye a la seguridad alimentaria, sino también a la sustentabilidad ambiental. La existencia de un comercio fluido y sin barreras dará garantías y viabilizará la transformación de los sistemas alimentarios en aquellas regiones que no cuentan con los recursos naturales necesarios, o los han deteriorado, o bien están implementando sistemas productivos intensivos y poco amigables con el ambiente.

Por ello el comercio internacional es fundamental para compensar desbalances nacionales y regionales entre producción y consumo; para actuar como estabilizador de los precios internacionales ante los frecuentes eventos climáticos que afectan de manera diferenciada a distintas regiones del planeta; y para favorecer un uso más eficiente de los recursos naturales y su conservación desde una perspectiva global, promoviendo que la respuesta al crecimiento de la demanda provenga de aquellas regiones con mayor disponibilidad de recursos y mejor performance ambiental.

Figura 2:  Importaciones como porcentaje de la disponibilidad total de calorías para regiones seleccionadas

Fuente: OECD/FAO (2020), “OECD-FAO Agricultural Outlook””, OECD Agriculture statistics (database).

Una visión sistémica de los procesos de transformación de los sistemas alimentarios como la que se propone implica un estrecho diálogo público-privado de todos los actores relevantes, desde los productores, a los proveedores insumos y de servicios comerciales y logísticos, hasta los consumidores y los reguladores. Son ellos quienes deberán liderar las transformaciones y los más indicados para participar desde el inicio en todo el proceso de la Cumbre, incluyendo la definición de sus alcances y prioridades. Este proceso no puede estar liderado sólo por algunos eslabones de las cadenas y mucho menos por agentes externos que no participan activamente en los sistemas alimentarios. No parece lógica su total ausencia en la estructura institucional actual de la Cumbre, como es el caso del Comité Asesor y la conducción de los Action Tracks.

El continente americano ha desarrollado un sistema productivo eficiente, dinámico y amigable con el ambiente, que le ha permitido ser el mayor exportador neto de alimentos a nivel global. La producción de alimentos de América Latina puede crecer significativamente en las próximas décadas, en base a sistemas amigables con el medio ambiente y con balances de carbono muy eficientes.

La eficacia del comercio y las políticas relacionadas para apoyar la transformación de los sistemas alimentarios a largo plazo depende no solo del tipo de políticas utilizadas, sino también de su diseño, cumplimiento e implementación. Dentro de estas medidas se propone: atenerse a lo dispuesto en la Organización Mundial de Comercio (OMC) en la materia correspondiente; no utilización de medidas no arancelarias (MNA) de manera que impidan los normales flujos comerciales; adoptar medidas basadas en evidencia científica; promover la transparencia mediante notificaciones a la OMC; promover el uso de certificaciones desarrolladas de acuerdo a las realidades de cada región; adoptar medidas de facilitación del comercio, evitar la utilización de medidas de apoyo a la producción que generen efectos distorsivos en el comercio; y promover la reducción y progresiva eliminación de medidas restrictivas a la importación y a la exportación de productos alimenticios, para facilitar que se “encuentren” la oferta y la demanda con bajos niveles de incertidumbre.

Mas allá de los resultados de esta Cumbre, se debe resaltar el hecho de que la agricultura esté entre los principales temas de la agenda internacional, lo que representa tanto una oportunidad como un desafío para Argentina y los países de la región. La Cumbre es el escenario para mostrarle al mundo las cualidades de nuestros sistemas productivos y nuestra visión sobre el futuro de los sistemas agroalimentarios. Y las discusiones que se inicien en éste y otros ámbitos (COP, OMC, Biodiversidad, etc) establecerán las bases de lo que serán las reglas del comercio y la producción en los años venideros. Por eso es tan importante que el sector privado se involucre en estos temas, y trabaje en conjunto con los representantes del sector público, que son quienes llevarán la posición de nuestros países.  

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